El ejercicio físico produce un aumento del bienestar físico, emocional, psicológico y social en los pacientes, y se incrementa la calidad de vida tanto general como la relacionada con la salud. Es la intervención terapéutica que más efectos beneficiosos tiene a largo plazo en la prevención de enfermedades crónicas y como modulador del estado de ánimo.

La mayoría de los pacientes con cáncer de cabeza y cuello son sedentarios por múltiples razones y los que no lo son reducen su actividad física durante los tratamientos. Por esta razón, el ejercicio que es de intensidad baja o moderada para una persona sana puede parecer de alta intensidad para los pacientes con cáncer de cabella y cuello. En ausencia de información más definitiva, la American College of Sports Medicine (ACSM) recomienda que los pacientes con cáncer de cabeza y cuello sigan, en la medida de lo posible, las pautas de nutrición y actividad física del ACSM. Esta guía recomienda un aumento gradual a 30 min de actividad física de moderada a intensa al menos 5 días a la semana. Aunque la actividad física diaria regular puede ser lo ideal, se deben alentar todos los pasos y modificaciones que se tomen para cambiar el sedentarismo.

El cáncer de cabeza y cuello, ya sea tratado mediante cirugía, mediante quimioradioterapia o ambas, tiene una serie de secuelas físicas muy concretas. Las alteraciones del cuello y cintura escapular con la fibrosis y rigidez que generan los tratamientos, el síndrome del hombro doloroso por afectación del nervio espinal, el linfedema facial, junto con alteraciones específicas de cada tipo de tumor, podrían beneficiarse de la movilidad inherente al ejercicio físico.

En los pacientes laringectomizados, se suma la alteración de la fuerza debido a la ausencia de Valsalva (presión que se genera en la laringe al intentar expulsar el aire cuando está cerrada) que utilizamos para realizar esfuerzos físicos que requieran de fuerza extra como coger peso, realizar deposiciones y en las mujeres en edad fértil para el parto. Tras la laringectomía total además, incluido el problema del EPOC que muchos pacientes ya padecen, cambian las condiciones fisiológicas de las vías respiratorias y de la ventilación del pulmón. El aire no se filtra por su vía natural y pueden introducirse partículas de mayor tamaño que en la situación fisiológica, pudiendo obstruir las vías respiratorias más periféricas, que junto con la menor resistencia al flujo del aire en inspiración y espiración causan un efecto negativo en la ventilación periférica del pulmón.

Existen numerosos estudios que posicionan el ejercicio físico como la principal herramienta de rehabilitación respiratoria en los pacientes con EPOC, ya que mejora los síntomas de disnea, fatiga, mejora la calidad de vida y el estado emocional.

El ejercicio supervisado como el yoga, el Tai-chi, el pilates mejoran la movilidad articular, el dolor, el equilibrio y la dinámica respiratoria. Combinado con ejercicio aeróbico y de fuerza se logra mejorar significativamente el estado funcional de los pacientes y se previenen o revierten estados de fragilidad que predisponen a la discapacidad. No es inusual que los pacientes tengan largas estancias hospitalarias y estados de desnutrición que llevan a la pérdida de masa muscular y la sarcopenia, por lo que la recuperación funcional mediante el ejercicio físico aún adquiere mayor importancia.

El ejercicio supervisado y en grupo genera una mayor adherencia. Además, el plus de compartir con personas en circunstancias similares genera un apoyo emocional y una integración social que ayudan a mejorar el estado de salud en todas sus dimensiones.

¿¿Te vienes a practicar ejercicio físico y a mejorar tu estado de salud?? No lo dudes y contacta con nosotras para las clases de ejercicio físico supervisado en la Asociación.